Psicología educacional como disciplina
puente.
Durante las
primeras décadas del siglo pasado, la psicología general se aplica en el ámbito
de la educación especial, mientras que entre 1920 y 1955 tiene lugar el origen
y desarrollo de la psicología escolar y de la orientación educativa. A
principios de los setenta, los psicólogos educativos comienzan a incursionar en
la formación del profesorado, la planificación educativa, el diseño curricular
e instruccional y la evaluación. En la UNAM, antes de 1971 la carrera de
psicología se cursaba dentro de la facultad de Filosofía y Letras; es entonces
cuando los psicólogos experimentales proponen un nuevo plan de estudios con un
evidente predominio del paradigma conductual y una visión positivista y
cuantitativa de la investigación. Ese plan de estudios permanece cuando en 1973
se constituye la Facultad de Psicología y en su momento introdujo como
innovación la conformación de áreas de aplicación profesional, incluyendo,
entre otras, a la Psicología de la Educación.
El currículo de la licenciatura en Psicología concebido en la década de los sesenta está basado en la racionalidad técnica, dado que primero se enseña lo “básico” en tanto que tiene más estatuto académico y posteriormente lo “aplicado”, siguiendo una lógica que presupone que el conocimiento de la investigación básica y aplicada posibilita después una formación profesional relevante. Podemos afirmar que en su momento, el currículo de la licenciatura en Psicología de la UNAM resultó paradigmático para otras universidades públicas y privadas en el país y modeló muchas otras propuestas de formación del psicólogo. Hoy en día nos encontramos con que la licenciatura en Psicología es una de las de mayor demanda en el ámbito nacional.
El currículo de la licenciatura en Psicología concebido en la década de los sesenta está basado en la racionalidad técnica, dado que primero se enseña lo “básico” en tanto que tiene más estatuto académico y posteriormente lo “aplicado”, siguiendo una lógica que presupone que el conocimiento de la investigación básica y aplicada posibilita después una formación profesional relevante. Podemos afirmar que en su momento, el currículo de la licenciatura en Psicología de la UNAM resultó paradigmático para otras universidades públicas y privadas en el país y modeló muchas otras propuestas de formación del psicólogo. Hoy en día nos encontramos con que la licenciatura en Psicología es una de las de mayor demanda en el ámbito nacional.
En
el caso de la psicología Educativa, ésta experimentado un gran crecimiento en
nuestro país al grado que ocupa el segundo lugar en matrícula y número de
egresados. En relación con las funciones profesionales de los psicólogos
educativos, la que resultó más frecuente era la evaluación, seguida en orden
decreciente por la planeación, la intervención, la investigación y la detección
o el diagnóstico. A su vez, las principales actividades profesionales del
psicólogo educativo se ubicaban en la docencia, la planeación y aplicación de
programas educativos, la orientación vocacional y educativa y la elaboración de
materiales didácticos. En el ámbito de desarrollo conceptual del campo y en el
plano internacional, puede afirmarse que durante los últimos diez años las
perspectivas constructivistas han resultado ser las aproximaciones de mayor
presencia y participación en la formación y práctica de los psicólogos
educativos.
La concepción de la psicología de la educación como disciplina puente.
Se concibe a la psicología de la educación como la disciplina que estudia, en el más amplio sentido, los procesos psicológicos (cognoscitivos, sociales y afectivos) que ocurren como consecuencia de la participación de los individuos y los grupos a que pertenecen, en contextos y prácticas educativas de diversa índole. Con base en los planteamientos de César Coll entendemos a la Psicología de la Educación como una disciplina puente que pugna por establecer relaciones de interacción con la Psicología general, buscando un mutuo enriquecimiento entre ambas. La psicología de la Educación tiene tres dimensiones que la distinguen: una teórico-conceptual, otra tecnológico-instrumental o metodológica y una técnico-práctica o de intervención.
La concepción de la psicología de la educación como disciplina puente.
Se concibe a la psicología de la educación como la disciplina que estudia, en el más amplio sentido, los procesos psicológicos (cognoscitivos, sociales y afectivos) que ocurren como consecuencia de la participación de los individuos y los grupos a que pertenecen, en contextos y prácticas educativas de diversa índole. Con base en los planteamientos de César Coll entendemos a la Psicología de la Educación como una disciplina puente que pugna por establecer relaciones de interacción con la Psicología general, buscando un mutuo enriquecimiento entre ambas. La psicología de la Educación tiene tres dimensiones que la distinguen: una teórico-conceptual, otra tecnológico-instrumental o metodológica y una técnico-práctica o de intervención.
La
psicología de la educación reconoce y pretende desarrollar un trabajo inter e
interdisciplinar para un mejor acercamiento a las realidades y fenómenos
educativos. Por otro lado, se requiere integrar significativamente la
investigación psico-educativa en el proceso formativo del psicólogo educativo,
ya que ésta ha sido una actividad secundaria en los estudios de licenciatura puesto
que, en el mejor de los casos, sólo se aborda a cabalidad durante la
realización del trabajo de investigación o tesis profesional que es requisito
para la obtención del título profesional y que no forma plenamente al alumnado
como potencial investigador educativo o como usuario crítico de los resultados
de la investigación desarrollada por otros.
Nuevos retos teóricos y metodológicos: la
superación del individualismo metodológico y del reduccionismo psicológico
De
cara a los avances recientes en la investigación y la intervención educativa,
pero particularmente gracias a las visiones de corre sociocultural y
situacional, ya no se considera suficiente ni apropiado el estudio o abordaje
del sujeto de la educación desde un plano exclusivamente individual, sino que
se requiere una visión más holística, sistemática o ecológica, que lo vincula
con el contexto familiar, escolar o comunitario que lo rodea y con los
programas educativos y de promoción del desarrollo en los que participa.
En
la actualidad, los psicólogos de la educación manifiestan un reconocimiento de
que no existe un cauce en el desarrollo y el aprendizaje que pueda considerarse
“natural”, universal o único como producto directo de la pertenencia a un medio
de aprendizaje “normal” o “ideal”, ajeno a las demandas, valores y prácticas
sociales que se plantean desde sociedad y cultura concretas. Los psicólogos de
la educación tienen que reconocer que es la sociedad la que configura las
prácticas que constituyen la infancia moderna, y que la acción educativa
constituye el motor que impulsa el desarrollo de la persona. Por consiguiente,
los procesos formativos para la intervención y la investigación en Psicología
de la Educación requieren virar hacia un enfoque integrador o ecológico.
Buscando ampliar los ámbitos de intervención
del psicólogo educativo: los nuevos espacios de intervención profesional
Un
reto importante para el nuevo psicólogo educativo será ampliar el perfil e
imagen tradicional de la década de los ochenta, del psicólogo infantil y
escolar, formado para atender sobre todo población especializada, urbana y de
clase media, con un apoyo en un abordaje individual o unipersonal y similar al
de intervención del clínico, para arribar a una visión más contextualizada,
ecológica y sistemática.
Tradicionalmente la labor del profesional de la Psicología de la Educación, en lo que toca a la comprensión de la problemática y la atención de las necesidades educativas de estos grupos, ha sido limitada. Por ello se vislumbra la necesidad de que el psicólogo educativo desarrolle las competencias profesionales que le permitan generar entornos de aprendizaje facilitadores o significativos en contextos múltiples, no sólo escolares y urbanos. Hemos mencionado la necesidad de descentrar el trabajo del psicólogo educativo, que tradicionalmente lo ha ubicado en la educación escolarizada e infantil, para acercarlo a otros contextos, entre éstos nos referimos a la educación continua y a distancia, en previsión de la gran expansión que está experimentará en los próximos años.
El psicólogo educativo requiere intervenir con una visión renovada en los graves problemas y desigualdades educativas que prevalecen en México y que se expresan en el bajo aprovechamiento académico, la reprobación, el rezago, la deserción, las deficiencias en la profesionalización de los docentes, entre otras. Por lo anterior, se requiere impulsar que la formación de los futuros psicólogos comprenda un conocimiento profundo de la dinámica y necesidades del sistema educativo, de las políticas educativas locales y globales, por lo que será necesario que además de permitir la consolidación del conocimiento proveniente de la disciplina psicológica de avanzada, se integran elementos de carácter intra e interdisciplinar.
A manera de cierre: La importancia de un modelo de formación en la práctica en escenarios reales
Tradicionalmente la labor del profesional de la Psicología de la Educación, en lo que toca a la comprensión de la problemática y la atención de las necesidades educativas de estos grupos, ha sido limitada. Por ello se vislumbra la necesidad de que el psicólogo educativo desarrolle las competencias profesionales que le permitan generar entornos de aprendizaje facilitadores o significativos en contextos múltiples, no sólo escolares y urbanos. Hemos mencionado la necesidad de descentrar el trabajo del psicólogo educativo, que tradicionalmente lo ha ubicado en la educación escolarizada e infantil, para acercarlo a otros contextos, entre éstos nos referimos a la educación continua y a distancia, en previsión de la gran expansión que está experimentará en los próximos años.
El psicólogo educativo requiere intervenir con una visión renovada en los graves problemas y desigualdades educativas que prevalecen en México y que se expresan en el bajo aprovechamiento académico, la reprobación, el rezago, la deserción, las deficiencias en la profesionalización de los docentes, entre otras. Por lo anterior, se requiere impulsar que la formación de los futuros psicólogos comprenda un conocimiento profundo de la dinámica y necesidades del sistema educativo, de las políticas educativas locales y globales, por lo que será necesario que además de permitir la consolidación del conocimiento proveniente de la disciplina psicológica de avanzada, se integran elementos de carácter intra e interdisciplinar.
A manera de cierre: La importancia de un modelo de formación en la práctica en escenarios reales
La
tesis central que hemos defendido en este trabajo es que frente a las nuevas
realidades y sociales que experimenta la sociedad mexicana y frente a nuevos
desarrollos conceptuales del campo de la Psicología de la Educación, se imponte
un cambio en la formación de los psicólogos educativos en el país. Como hemos
visto, existe la necesidad de superar el reduccionismo psicológico y el
individualismo metodológico, para arribar a visiones más socioculturales y
sitémico-ecológicas que permitan expandir la actuación del psicólogo más allá
de los confines de la educación escolarizada y de las tareas tradicionales de
diagnóstico psicopedagógico. Es importante que a las personas se les permita la
auto dirección y que durante la formación trabajen en equipo sobre tareas
reales, de la vida cotidiana y pueden utilizar el potencial de las tecnologías
más avanzadas. El paradigma actual de la enseñanza y formación profesional se
basa en la estandarización y sólo con cambiar los contenidos de lo que
enseñamos no apoyamos a los estudiantes en los procesos de aprendizaje
complejo. La formación en la práctica permite el desarrollo de habilidades
profesionales y la construcción de estrategias personales y metodológicas para
el trabajo en equipo, la interacción con profesionales de otros campos de
conocimiento, la adquisición de actitudes de servicio y compromiso social, así
como el modelado y vivencia de la ética profesional.
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